Es curioso cómo todo avanza por mucho que uno se detenga.
La vida no se detiene para nadie y uno nunca es el mismo.
Yo desde luego no soy la misma aun que me empeñe en hacer lo de siempre.
Nada esta anclafo aun que cueste reconocerlo, y si es así es por que ha de ser.
Nada muere, aun que nos mate.
Solo cambia de forma, sentido o significado. Crece o mengua.
Puede que se convierta en otra cosa. Quizás algo borroso y lejano.
O quizás en una puerta o ventana, que puede permanecer cogiendo polvo y telarañas en algun lugar recóndito de nuestra mente.
Pero desde luego nada muere.
Ni siquiera nosotros mismos.
Vivimos en cada uno de nuestros actos. En todo lo que dejamos constancia. En aquello que logramos.
Vivir nos hace eternos.
En algún lugar de la historia, existimos.
Tuvimos nuestro tiempo y nuestro espacio.
Consumimos la parte que nos tocaba, que para todos no es la misma.
Por eso hay que perseguir y no dejar de buscar.
Por la misma razón por la que cada ser y cosa tiene su lugar en el mundo, nosotros también tenemos el nuestro.
Y una pequeña parte que nos pertenece. Que es sólo nuestra.
Y por mucho tiempo que pase, aun que nuestro cuerpo se marchite y deje de funcionar, siempre seguirá ahí.
Estaremos vivos en alguna parte.
En las mentes de aquellos que nos recordarán.
Vivimos en sociedad para recordarnos que existimos.
Nos relacionamos por que tenemos la necesidad de darnos un valor y que otros nos valoren.
Por qué en el momento en que alguien nos escucha, su mente está metiendose dentro de la nuestra.
Esa conexión, a veces efímera y otras eterna, deja la pequeña o gran huella de ese otro ser en nosotros.
Y nos hace vivir eternamente, en las mentes ajenas...
martes, 27 de mayo de 2014
We exist.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)