La vida es una trampa.
Y en el momento en que tomas consciencia de ello empiezas a vivir restando.
A morir poco a poco.
Cuando eres capaz de ver que al final solo hay un abismo, la distancia entre tu y esa enorme nada se acorta.
Y ya no hay vuelta atrás.
Entiendes que de nada sirve tratar de entender algo que no tiene sentido.
El sentido pierde su significado y forma.
Y de nuevo,
la nada.