Volvieron a su cauce de la forma más natural, cómo si nunca se hubieran desbordado.
Mis pulmones dejaron de llenarse de humo para volver a respirar...
que dulce sensación la de sentirse vivo.
Nunca te fuiste, solo permaneciste en silencio.
Y ahora de nuevo, me acaricias con los dedos las agrietadas mejillas, que de tanto llorar acabaron por volverse de metal.
Cómo si de un canto celestial se tratase, el viento te trajo mi nombre, y nos volvimos a cruzar.
Cómo todas las cosas que siempre han de pasar.
Cómo todo lo que es por que ha de ser sin más.
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