martes, 27 de julio de 2010

Capitulo 14: De tripas corazón

Me acomodo en el marco de la ventana cómo puedo y enciendo mi cigarro.
Aspiro lentamente y noto como se me llenan los pulmones de nicotina, alquitrán y todas esas mierdas que la gente dice que tiene el tabaco.A mi no me importa demasiado, almenos no en estos momentos.

Las sienes me arden y siento una horrible presión en mi nuca.
El cuerpo me pesa veinte toneladas y aún siento mi alma encogida justo dónde acaban mis pies.
No puedo levantar la mirada.
Jamás me atreví a mirar al cielo directamente, por miedo a no poder bajar la mirada.
Supongo que ese a sido siempre mi problema: Imaginar que alzo los brazos sin llegar nunca a extenderlos del todo.
Me muerdo los labios cada vez que recuerdo, que aún tengo en el cajón de mi mesilla esa lista de cosas que jamás te dije, por que el miedo me pudo más que otra cosa.

Nunca te dije que mis dudas existieron desde antes de conocerte, ni que temí mirarte a los ojos al prnicipio por miedo a asustarte.
Jamás te conté necesitaba de tu desesperación para alimentar mi ego.
No me atreví a contarte que tu amor fue lo mas inoportuno que me ha pasado nunca.
Y que no lo quise al principio y desee estamparlo contra la pared y hacer un boquete.
No tuve las agallas para cumplir lo que te prometí.
Nunca te dije que empecé a quererte despacio y pasé de querer estampar tu amor en la pared a querer estamparme con el.
Jamás te dije que bastó una caricia de tus manos para curar los 5 años de tormentos que ni los especialistas más caros pudieron lograr.
Nunca quise admitir que llegué a sentirte tan mío como cualquiera de mis órganos.
No tuve el valor para admitir que me atemorizaba ser una medíocre a tus ojos, y que empecé a temer perderte el mismo día en que te soltaste.

Ahora esa lista se pudre en el fondo de un cajón de madera, junto con mi último aliento, el que tú te llevaste.

Sé lo que tengo que hacer.
Sé que debo alzar la mirada y no permitir que mi cuerpo se muera de frío.
Sé que la vida sigue.
Pero también sé, que mi habitación sin ti me parece diminuta.
Y que por muchas veces que coja aire, siempre me seguirá sabiendo a ceniza...

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