Y al mirarte, lo vi todo con claridad.
Mi mente desquiciada empezó a unir todas las piezas, y me di cuenta, de que habia atado mal todos los cabos, dejándome muchos sueltos.
Todo habia sido mal interpretado.
Cada palabra desafortunada, cada acto involuntario, cada lágrima, cada suspiro...
Habia tenido la respuesta delante de mis ojos durante todo este tiempo y jamás habia entendido el mensaje real.
¿Cómo no habia sido capaz de darme cuenta antes?
Entendí, que todo ese afán por agarrarte a ese niño que llevas dentro, no era más que el deseo de una infancia feliz.
La añoranza de algo que nunca se tuvo.
Todas aquellas personas a las que amaste y acabaron por marcharse, la búsqueda de unos brazos cálidos dónde anidar, de una mirada que fuera capaz de atravesarte...
De una mano firme a la que agarrarse de verdad.
El miedo al abandono. La necesidad de soledad, por no haber tenido la oportunidad de saber, que podrías encontrarte con alguien que amase tu alegria tanto como tu tristeza.
El empeño por mostrar siempre la mejor sonrisa, de no dar importancia a lo que duele, por miedo a que duela más.
De no compartirlo por miedo a contagiar.
Dejé de verte con los ojos del que mira por encima, y empecé a observarte.
A observarte de verdad.
A ver que en tus ojos no habia más que la necesidad de amar.
Jamás habia visto tanta ternura en ti...
y no por que nunca estubiera ahí, sino por que habia estado tan ciega que no quise ver.
Y me di cuenta, de lo tonta que habia sido todo este tiempo, pidiendote algo que yo ni siquiera llegué a ofrecerte.
De que la egoísta habia sido yo, por no pararme a pensar, que detrás de cada acto había toda una historia.
Perdóname amor,
por no haberme dado cuenta antes...de lo mucho que quiero cuidar de ti.
Te quiero tanto...
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