Hoy un clienta a venido con su hija a comprar a la tienda dónde intercambio mis horas por dinero.
Era una chica joven con un niña de unos 6 años.
La pequeña era disminuida psíquica y su madre la llevaba en un carrito.
La chica, a diferencia de la mayoria de clientas que suelo tener, ha sido super amable y agradecida.
Su hija no paraba de sonreírme y antes de acabar de atenderla le he regalado un globo de la tienda, cosa que siempre suelo hacer con los niños.
Al marcharse, me ha tirado un beso y juro que casi me pongo a llorar.
Puede parecer una tontería, o una exageración por mi parte, pero ese pequeño gesto me ha iluminado el dia.
Ojalá mi mente tubiese la capacidad de darme las palabras adecuadas para explicar aun que solo fuera aproximadamente cómo me he sentido.
No he sentido lástima, ni tristeza, tan solo una gran y profundisima gratitud.
Hacia muchisimo tiempo que un gesto tan senzillo de humanidad no me emocionaba de esta manera.
Esas buenas palabras, la ternura desinteresada, el dar por que sí sin esperar nada a cambio...
Algunas personas irradian luz propia.
Son como pequeñas estrellas incandescentes que alumbran a todo planeta que se cruce en su órbita.
Días como estos me hacen recuperar la fé en la humanidad y darme cuenta, de que aún quedan personas que merecen ser llamadas cómo tal.
A veces solo hay que mirar de cerca y no apartar la vista para darnos cuenta de que pueden ofrecernos cosas maravillosas y que nosotros podemos devolverlo exactamente de la misma forma.
Si todos aprendiesemos a no dejar de mirar nunca...
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