Y tal y como todo temíamos, el día de la destrucción total llegó.
Pero al contrario de lo que esperábamos, no fue algo ruidoso y agresivo, sino todo lo contrario.
Los cuadros llevaban hechos pedazos en el suelo más tiempo del que yo pensaba solo que esta vez sus diminutos cristales estaban esparcidos por toda la casa y nos estaban destrozando las plantas de los pies.
Dolía, pero no sangraba.
El silencio más sepulcral inundaba la casa.
Ya no se escuchaban gritos.
Ni si quiera llantos en la madrugada.
Tan solo el silencio, y de vez en cuando, el sonido de las lágrimas resbalando en la bañera.
Me olvidé por completo de mi cuerpo, y me convertí en un ser con dos corazones.
Uno para mantenerme viva, y otro para mantenerte vivo a ti.
-Seguramente soy más débil de lo que pensabas.-me dijiste entre lágrimas.
-No papá, que tengas debilidades no significa que seas débil, sino humano.-le dije agarrando fuerte su mano.
Ahora es cuando toca sacar la fuerza de cualquier parte.Prometo no soltarte.
Y no te preocupes por si flaqueas, o sientes que no puedes más.
Que si tu no puedes respirar, yo lo haré por los dos.
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