Querida yo del futuro,
recuerda que pese a todo, tu lo intentaste.
Siempre lo intentaste y no fue culpa de las ganas ni de la falta de motivación.
Todo esto fue ajeno a ti y no pudiste hacer más.
Pero pusiste el alma y el corazón en ello, y eso es lo que cuenta.
Que nunca dejaste de intentarlo...
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