Sentirse cómo si fueras una habitación cerrada con llave, llena de trastos inútiles de esos que nunca se usan y solo se guardan para coger polvo.
Con los techos muy altos y una pequeña ventana arriba del todo, de esas que dejan pasar un poquito de luz.
Lo justo para que se vea el polvo flotar en el aire, danzando en un espacio infinito.
Una habitación de esas que parecen frías y vacías por dentro, pero que en realidad son cálidas y acogedoras.
Desaparezco.
Me hago pequeña.
Me arrugo cómo un trapo mojado al sol.
Tu no tienes la llave de esa habitación.
Y yo necesito a alguien que sepa entrar por la ventana.
Hacia mucho tiempo que un simple puñado de palabras no lograban atravesarme el estómago y partirlo en dos..
No hay comentarios:
Publicar un comentario