Pese a volver a pecar de llorica, no pude evitar ver mis ojos encharcados de agua de mar.
No lloraba de tristeza, ni de alegria.
Era algo mucho más grande y simple.
Lloraba por estar viva.
Por haberme levantado aquel día y que no fuera el último.
Lloraba por qué mi corazón se estaba haciendo grande.Y lo sentía latir, haciendo correr toda esa sangre que bombeaba por todo mi cuerpo, un día más.
Lloraba por la grandeza del universo.
Pero no ese universo del que todos hablan, ese lleno de estrellas, planetas y agujeros negros.
Hablo del universo que cada uno poseemos dentro.
Hablo del enorme ávismo que nos hábita.
De ese espacio lleno de todo lo que somos.
Lloraba por ser capaz de tocar tu universo, y sumergirme dentro y en cierta manera, formar parte de él, y por supuesto, por tus manos.
Tus manos entre las mías, dentro de mi bolsillo y por todo mi cuerpo..
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