sábado, 16 de octubre de 2010

Beatriz y los cuerpos celestes, Lucía Etxebarría

Por una parte me sentí enormemente culpable por querer imponerle mi presencia a todas horas, por ser tan posesiva y exigente, por querer que él viese su vida para mí.
Por otra ¿acaso no había leído en tantos libros que era aquél un sentimiento universal, aquella obsesión por el objeto de deseo, aquella ansia de exclusividad?
Los dos habíamos sido unos cobardes.


(...)


Lo que dolía, lo que dolía de verdad era aquella herida infectada de impotencia, aquel querer y no poder que me comía viva.La esencia de mi angustia radicaba en los deseos reprimidos y los encuentros abortados.
Todo lo que podría y no podría, dar y recibir.For all the lovers and sweethearts we'll never meet. Y yo me preguntaba, ¿cómo me atrevo a reclamar exclusivas que yo misma no puedo conceder?

No hay comentarios:

Publicar un comentario