No, ya no me duele.
Me dan pequeñas punzaditas si, de vez en cuando, por ver que ya ni te preocupas por saber de mi.
Que no te acuerdas de mis ojos y que bueno, quizás yo no era tan importante en tu vida cómo yo creía, pero bueno, no importa.
De verdad que no.
Eso ha dejado de doler.
No voy a seguir aporreando la puerta.
Ahora hay alguien que me espera en la ventana...
No hay comentarios:
Publicar un comentario